El monasterio de Spituk está muy cerca de Leh, por lo que decidimos parar a la vuelta de la ruta que nos había llevado hasta el monasterio de Lamayuru. No podíamos imaginar que tendríamos la suerte de encontrarnos con una ceremonia muy especial que solo tiene lugar una vez al año y de la cual no habíamos oido hablar cuando preparamos nuestro viaje a Ladakh. Tuvimos la fortuna de poder vivir una ceremonia que se ha convertido, sin duda, en una de las mejores experiencias de toda nuestra vida viajera.

Llegamos a Spituk tras un cansado viaje en coche desde Lamayuru. Es un poco antes del mediodía y entramos en el gompa con la intención de visitar sus salas de oración y regresar a Leh para comer. Damos varias vueltas por los edificios del monasterio y nos extraña no encontrar a nadie, ningún monje sale a nuestro encuentro. Cuando ya estamos a punto de volver al coche, un monje nos indica que le sigamos, nos dice en su precario ingles que se está celebrando una celebración especial por haber acabado el mandala que los monjes del gompa elaboran durante meses. Le seguimos hasta una gran sala de oración y al entrar nos encontramos con la ceremonia budista más impresionante que hemos visto nunca. Nos sentamos al final de la sala, donde somos recibidos con amabilidad y hospitalidad.

Ceremonia fin de mandala en Spituk, Ladakh
Monasterio de Spituk

Ceremonia de destrucción de un mandala en Spituk

La ceremonia dura 2 horas desde que llegamos. De vez en cuando los monjes que parecen más importantes van cambiándose de gorro y de atuendo, unos gorros muy elaborados de colores amarillos y naranjas. Los monjes más jóvenes permanecen detrás con sus habituales vestimentas rojas anaranjadas.

Durante el tiempo que dura la ceremonia, algunos monjes reparten champa, té y bollos. Incluso al final nos invitan a un plato de verduras con arroz y ensalada. Insisten en que comamos con ellos y lo hacemos, no solo para agradecerles el gesto sino porque ¡¡ estamos hambrientos !!

Disfrutamos del sonido de las trompetas, los platillos, los cánticos y el suave sonido de los mantras tibetanos que no nos cansamos de escuchar. Apenas han entrado un puñado de turistas y se han ido a los pocos minutos, pero nosotros esperamos hasta el final, hipnotizados por lo que estamos viviendo. No entendemos nada de lo que está pasando, pero todo es tan emocionante que nos quedamos hasta que se acaba la ceremonia.

Ceremonia fin de mandala en Spituk, Ladakh
Interior del gompa
Ceremonia fin de mandala en Spituk, Ladakh
Ceremonia en el gompa de Spituk
Ceremonia fin de mandala en Spituk, Ladakh
Ceremonia en el gompa

Acaban los cánticos, los mantras y los sonidos de las trompetas, los monjes empiezan a marcharse y nosotros les seguimos. Al vernos nos invitan a volver 2 días después para continuar con la ceremonia. Afortunadamente tenemos días por delante antes de regresar a Delhi en avión, por lo que 2 días después estamos puntuales a las 9h en el monasterio para ver el final de esta ceremonia en la que se destruye un mandala que ha sido realizado por los monjes durante todo un año.

Cuando llegamos, no hay más turistas, solo nosotros y decenas de monjes de todas las edades. Nos invitan de nuevo a champa, galletas y un delicioso té con leche. Después de la ceremonia en la sala de oración, subimos a la azotea del monasterio donde los monjes siguen recitando mantras y donde hacen una hoguera en la que van echando ofrendas: grano, arroz, palitos de madera, frutas, telas…

Estamos cerca de 2 horas en la azotea, antes de bajar de nuevo para proceder a destruir el mandala de arena. Sentimos mucha pena, porque ha debido de ser un duro trabajo y la belleza del mandala ha sido efímera. Reparten parte de la arena entre los pocos que nos encontramos allí, arena que todavía guardamos en una bolsita, para recordar lo que fue el hermoso mandala de arena de Spituk.

El resto de arena es guardado en unos sacos y se lo llevan los monjes más jóvenes, no sabemos donde… les seguimos casi corriendo por campos y caminos como si fuéramos en una procesión y llegamos hasta el río Indo. Allí hay una cueva, en la que meten los sacos y otros objetos rituales y dan por acabada la ceremonia del Mandala. Los jóvenes se tiran agua unos a otros con alegría y acaban todos llenos de barro.

Nosotros regresamos lentamente hacia el monasterio, con la sensación de haber vivido algo único, una experiencia imposible de olvidar.

Ceremonia fin de mandala en Spituk, Ladakh
Ceremonia en el tejado de Spituk
Ceremonia fin de mandala en Spituk, Ladakh
Monje de Spituk
Ceremonia fin de mandala en Spituk, Ladakh
Ceremonia en el tejado del gompa
Ceremonia fin de mandala en Spituk, Ladakh
Gompa de Spituk
Ceremonia fin de mandala en Spituk, Ladakh
Camino al rio con la arena del mandala
Ceremonia fin de mandala en Spituk, Ladakh
Fin de la ceremonia en el rio Indo

Qué es un Mandala y por qué se destruye

Los mandalas tibetanos son dibujos cargados de espiritualidad. No son simples creaciones artísticas sino que representan lo efímero de la vida, porque todo en la vida se destruye y tiene un final, incluso uno mismo.

Mandala significa en sánscrito círculo o ciclo. Los monjes budistas realizan estos dibujos que simbolizan la unidad y la armonía con arena de colores. Primero tienen que hacer el diseño dibujando los contornos con un compás. Después comienzan a disponen la arena sobre la superficie para formar una imagen tridimensional. Para colocar los millones de granitos de arena usan una especie de embudo fino de metal llamado chang-bu.

Antes de hacer el mandala, los monjes consagran el espacio en el que los hacen, recitan mantras, al igual que mientras los están realizando. Los rezos diarios y la meditación forman parte del proceso creativo.

Se necesitan semanas para terminar un mandala, incluso meses, dependiendo del tamaño y la complejidad del dibujo. Una vez acabado, se lleva a cabo una ceremonia y más tarde se destruye. La arena se recoge y parte de ella se reparte entre los que están presentes en la ceremonia como una bendición. El resto se deposita en el agua de un lago, un río o del mar.

El mandala, al igual que la vida, tiene su fin tarde o temprano y no hay que sentir pena por destruirlo ya que los budistas piensan que apegarse a lo efímero sólo trae sufrimiento.

Ceremonia fin de mandala en Spituk, Ladakh
Ceremonia budista
Ceremonia fin de mandala en Spituk, Ladakh
Monje niño budista
Ceremonia fin de mandala en Spituk, Ladakh
Monje budista en Spituk
Ceremonia fin de mandala en Spituk, Ladakh
Trompetas tibetanas

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