Everest, el monte más alto del mundo, con sus 8848 metros de altura está situado en la frontera entre Nepal y Tibet. Es conocido por los tibetanos como Chomolungma o Qomolangma, que significa «madre del universo». Aunque subir hasta su cima solo es posible para algunos privilegiados montañeros, para el resto es posible hacer un viaje al campo base del Everest.
Nosotros llegamos al campo base desde el Tibet, después de un increíble viaje de 3 semanas por este país que siempre había estado en nuestros sueños desde que empezamos a viajar. No nos decepcionó el Tibet ni tampoco lo hizo la visión evocadora de la cima del mundo.
Llegar al campo base del Everest
Para los extranjeros es imposible moverse por el país sin llevar un guía y un circuito prefijado. Las autoridades chinas en su intento por acallar las protestas tibetanas impiden el paso de los extranjeros a cualquier lugar para el que no se tenga permiso. Incluso teniéndolo, en ocasiones, impiden el paso para evitar que los extranjeros nos enteremos de la represión que llevan a cabo. Durante nuestro viaje nos prohibieron el acceso a algunos templos porque se habían producido protestas.
Por todo ello, para llegar al campo base hay que ir en un coche de alquiler con guía y conductor y llevar los correspondientes permisos.
Lo más habitual es llegar desde Sakya, donde está situado uno de los templos más hermosos del Tibet, o bien hacerlo desde la frontera con Nepal si se hace al principio del recorrido. En nuestro caso llegamos desde Sakya, donde habíamos disfrutado con la visita de la sala de oración más impresionante de todas las que hemos visto en nuestros viajes por países budistas.
Desde la localidad de Sakya al campo base hay cerca de 7 horas de camino, a pesar de encontrase a menos de 250 kilómetros de distancia. La carretera no está en muy mal estado, excepto los últimos 100 kilómetros. Se pasan dos puertos de montaña, de 5200 metros de altitud y en el último de ellos ya se ve en el horizonte la silueta del monte Everest. Cuidado con el Mal de Altura.
En el Campo base del Everest
Cuatro kilómetros antes de llegar al campo base se encuentra la zona de alojamiento. Un puñado de tiendas situadas a 5200 metros de altitud es el lugar destinado a los viajeros que llegamos hasta allí. Esta zona de tiendas solo se instala en verano, y cambia de lugar cada año. La otra opción de alojamiento se encuentra algo más alejada del campo base, en el monasterio de Rongbuk.
Nosotros pasamos la noche en una tienda para 6 personas, que se mantenía caliente gracias a una estufa alimentada con moñigas de yak secas. La verdad es que, a pesar del frío que hacía en el exterior, la tienda se mantenía caliente y muy confortable. Allí mismo, también nos sirvieron la cena y el desayuno.
Para ir desde aquí al campo base hay dos opciones:
- Caminar los 4 kilómetros que separan ambos puntos por un camino bien marcado, fácil y con unas vistas maravillosas.
- O bien ir en autobús, llegar corriendo, hacer un millón de fotos y volver en autobús sin haber disfrutado de la paz y las vistas del camino. Esta segunda opción es la preferida por los miles de chinos que llegan allí e invaden todo con sus gritos y sus ansias enloquecidas por hacerse selfies con sus móviles.
Por supuesto, nosotros optamos por la primera opción. Y disfrutamos en solitario de todo el recorrido, sin que el ruido de los chinos enturbiara tan magnífico paisaje.
Una vez en el campo base tuvimos que lidiar con los chinos para poder hacer alguna foto del punto marcado como tal. Regresamos también caminando, en solitario, disfrutando del silencio. Aprovechamos para hacer una ofrenda con banderas de oración que habíamos comprado en la plaza del Barkhor de Lhasa.
La mañana siguiente el lugar nos deparó dos sorpresas, una agradable y otra horrible. La primera de las sorpresas fue la visión del monte Everest iluminado por los primeros rayos de sol de la mañana, un momento difícil de olvidar. Si, como nosotros, tienes la suerte de visitar el campo base en un día despejado no podrás olvidar este magnífico espectáculo que nos regala la naturaleza.
La segunda fue ver el estado tan lamentable que presentaba el campamento después de que las hordas de chinos lo hubieran invadido todo y hubieran dejado la zona de letrinas en un estado tan lamentable y repugnante que era imposible acercarse a metros de distancia.
Afortunadamente la visión del Qomolagma nos hizo olvidar la desagradable experiencia de compartir campamento con esta clase de desalmados turistas.
Camino hacia Nepal
Nuestro viaje llegaba a su fin. Desde el campo base regresábamos a Nepal por carretera y decíamos adiós a uno de los mejores viajes de nuestra vida.
Para cruzar la frontera hacia Nepal, nos dirigimos hacia Tingri por un camino apenas marcado y en muy mal estado pero con un paisaje soberbio alrededor y con la visión del monte Everest que íbamos dejando atrás. Quizás, nuestro deseo de que el viaje no se acabase provocó que el coche sufriese una avería y nos dejara tirados en medio de la nada durante 4 horas. Mientras nuestros guía y conductor se desesperaban y se preocupaban por el retraso, nosotros nos lo tomamos con tranquilidad y resignación… ¡son cosas imprevisibles que pasan en los viajes!
Desde Tingri hasta la frontera nepali hay 250 kilómetros. La ultima población, Zhangmuzhen es un lugar feo y caótico, de estilo chino, donde se forman grandes atascos para llegar hasta el puesto fronterizo. Es conveniente llegar muy pronto por la mañana.
Nuestra valoración del Everest: ★★★★★
Caminar hacia la conocida silueta del monte Everest es una de las mejores experiencias de un viaje por el país tibetano.
que impresionante, estoy en India. Quiero ir antes de pasar por España. 5200metros, uau. Y pillar el amanecer soleado :P
La verdad es que la vista del Everest en un día despejado es una pasada, que merece la pena todo el esfuerzo de ir hasta allí.