El inicio de nuestro viaje en coche por Tibet fue Lhasa, su capital, donde llegamos en avión desde Katmandú. Empezábamos fuerte y teníamos una amplia lista de lugares importantes que querías ver como el Barkhor, el Lingkor, el templo de Jokhang y el increible palacio de Potala. Así que para visitar Lhasa y los templos de alrededor (Drepung, Sera y Norbolingka) empleamos casi 5 días y la verdad es que no nos sobró. Ten en cuenta que la ciudad está a 3650 metros de altura y necesitas casi un día para aclimatarte y evitar el Mal de Altura. Es mejor tomárselo con calma y poder disfrutar de todos los lugares interesantes que hay que ver en Lhasa.
El Barkhor o barrio antiguo
El Barkhor es la zona centro de Lhasa que está alrededor del templo de Jokhang. Las pintorescas callejuelas de estilo tibetano, hacen a esta zona única dentro de Lhasa. Es el centro de toda la intensísima actividad tibetana de la ciudad.
Además de sus callejuelas estrechas, el Barkhor tiene una calle algo más grande y que rodea el templo de Jokhang y que se denomina pequeña Kora, Kora interna o circuito Barkhor.
A lo largo de esta Kora veremos cuatro grandes incensarios, uno en cada punto cardinal, en los que los fieles depositan incienso constantemente. En todo el Barkhor también encontraremos muchos puestos al aire libre que venden desde baratijas chinas hasta todo tipo de ornamentos budistas (yapa mala de hueso de yak, banderas de oración, molinillos de oración…)
Pero lo más importante del Barkhor es su frenética, hipnótica y debota actividad budista. Durante todo el día y parte de la noche, miles de devotos venidos de distintas partes del Tibet recorren, una y otra vez la Kora del Barkhor (aproximadamente 1 kilómetro), mientras dan vueltas incesantemente a sus molinillos de oración, repiten el mantra «om mani padme um» y pasan una a una las 108 cuentas de sus yapa mala. De vez en cuando ves a algún peregrino que está haciendo la Kora postrándose: se ponen de pie, se tumban con los brazos extendidos, vuelven a levantarse y avanzan hasta donde han llegado con las manos…y vuelta a empezar. Los que hacen largas peregrinaciones postrándose (a veces de varios kilómetros desde un templo a otro del Tibet) llevan una serie de protecciones como un delantal de cuero, unos tacos de madera en la manos…
Esta zona de Lhasa es sin duda la que tiene mayor actividad tibetana y a la que volverás seguro varias veces durante tu estancia en Lhasa.
La parte negativa de la plaza del Barkhor es la presencia policial china. Esta plaza ha sido foco de protestas políticas entre tibetanos y el régimen chino, por lo que literalmente está tomada por la policía. Tienen puestos fijos con policías armados, desde las azoteas cercanas se ven policias armados y varias patrullas hacen rondas por las zonas aledañas mezclándose con los peregrinos. Si un día no ves ningún uniforme en la zona es que hay, como nos dijo nuestro guía, algún “visitante especial” (televisión, políticos extranjeros…). Sin embargo, no te engañes, la vigilancia policial sigue pero de paisano.
Cuando vas por el Barkhor la sensación no es de miedo, en absoluto. El Tibet es un país muy seguro. El sentimiento es otro, ¡rabia!
Lingkor
Además de esta Kora interna (la del Barkhor) existe otra Kora externa y más grande (8 kilómetros), la llamada Lingkhor.
Es menos atractiva que la Kora interna, ya que ha quedado invadida por carreteras y nuevos edificios. Aun así, es recomendable hacerla, ya que tienes buenas vistas del Potala. Cuando paséis por el Lingkor seguro que os cruzáis con algún devoto recorriéndola.
Templo de Jokhang
El templo Jokhang es patrimonio de la humanidad de la UNESCO desde 2001.
Se cree fue construido en el año 642-647 por el rey Songtsen Gampo, fundador del imperio tibetano, quien al casarse con sus dos mujeres budistas (una nepalí y otra china) introdujo el budismo en el Tibet. El templo ha sido ampliado en varias ocasiones hasta alcanzar su tamaño actual, aunque siempre en torno al templo original que constituye el centro del Jokhang.
Con sus 4 plantas de altura, este templo preside la plaza del mismo nombre. Tiene un llamativo tejado de azulejos de bronce dorado y una estatua con dos ciervos que flanquean una rueda de dharma muy característica de los templos budistas.
El interior del templo es un tanto oscuro, con varios altares dedicados a varios dioses y Bodhisattvas, en los que siempre hay fieles, velas e incienso.
En la sala principal está el objeto más sagrado del Tibet. Una estatua de 1.5 metros de altura que representa a Buda a la edad de 12 años. A los lados de Buda hay una estatua del rey Songtsen y con sus dos mujeres.
Es obligado subir a la azotea del templo, ya que desde allí se tienen muy buenas vistas del palacio de Potala.
El palacio de Potala
El enorme palacio de Potala domina toda Lhasa desde una pequeña colina a 3700m de altitud y desde 1994 es Patrimonio de la humanidad.
Construido en el año 1649 por el quinto Dalai Lama, fue ampliada hasta su aspecto actual en el siglo XX por el decimotercer Dalai Lama. Fue la residencia de los Dalai Lama y sede del gobierno tibetano, desde que se construyó hasta que el decimocuarto Dalai Lama se exilió a Dharamsala (India) tras la invasión China de 1959.
√ Cuando observeis el Palacio de Potala distinguireis fácilmente dos zonas, una roja y otra blanca.
- El Palacio Blanco era la parte secular del palacio. Era donde vivían los Dalai Lama, donde estaban las oficinas del gobierno tibetano, el seminario e incluso una imprenta.
- El Palacio Rojo se dedica por completo al estudio del budismo y a la oración. Aquí están las estupas (tumbas sagradas) de los ocho Dalai Lamas. La que más nos gustó fue la del quinto Dalai Lama, que fue el constructor inicial del Potala. Además en esta parte existen numerosas capillas, santuarios, bibliotecas…pero que no se pueden visitar.
- Entre el Palacio Blanco y el Rojo se pasa por un patio con un edificio amarillo desde donde se colgaban enormes tankas que caían por el lado sur del Potala en las fiestas de Año Nuevo.
√ Actualmente, tras la Revolución Cultural china, el Palacio de Potala se ha convertido en un gran museo, ocupado por algunos monjes pero sin la esencia que tenía antaño. Incluso por la noche, cuando lo iluminan, ponen música de lo más variopinta. Cuando fuimos nosotros no faltó ni un pasodoble español. El objetivo de las autoridades chinas es evidente…despreciar a los tibetanos.
Para visitar el Palacio de Potala
- Desde 2006 se restringió el número de visitantes diarios a 2300: 1600 para agencias y 700 viajeros independientes.
- Hay que reservar la visita el día anterior, en la entrada del Potala. Allí te asignarán una hora en concreto para la visita del día siguiente.
- El día de la visita solo puedes permanecer dentro una hora y aunque no es mucho tiempo, la parte que se visita es pequeña, por lo que da tiempo.
Las notas del fotógrafo
- La luz del atardecer es espectacular en la plaza frente al Jokhang, no os la perdáis
- Llevar el teleobjetivo ya que hay multitud de retratos
- Fotografia a la gente siempre con el máximo respeto
- No fotografíes a la Policía, evitareis problemas
- Volver varias veces al Jokhang para ver distintas luces y gentes
- Subir a la azotea del Jokhang
- Hay dos puntos muy buenos para fotografiar el Palacio de Potala con reflejo en el agua:
- De frente al Potala (GPS 29°39’03.6″N 91°07’15.0″E) . Es muy buen punto para las nocturnas, pero llegar pronto porque hay poco espacio y mucha gente con trípodes
- De espaldas al Potala: (GPS 29°39’30.8″N 91°07’05.5″E). Buenas fotos durante el día, no por la noche.