Durante nuestro viaje por Japón incluimos en el recorrido lugares tan conocidos por los viajeros como Kyoto, Tokyo o Hiroshima. Disfrutamos de hermosos jardines en Kanazawa y Okayama y de castillos espectaculares como Himeji o Matsumoto. Pero, también decidimos visitar dos pueblos poco conocidos unidos por un tranquilo sendero entre bosques. En esta entrada os hablamos de esos lugares, Magome y Tsumago, dos bellísimos pueblos tradicionales del periodo Edo en los que sentirás que has viajado en el tiempo.
La ruta Nakasendo
Esta antigua ruta unía la actual ciudad de Tokyo con Kyoto. Tokyo era conocida hasta 1868 como Edo y desde allí partían varias rutas que conectaban con otros puntos de Japón. En total eran 5 las rutas que partían de Edo. Una de ellas era la ruta Nakasendo, que significa camino en medio de las montañas.
Magome y Tsumago eran dos de las 69 estaciones de descanso (o shukuba) con las que contaba la ruta Nakasendo.
Magome
Llegamos a este hermoso pueblo de montaña situado en el valle del Kiso en autobús, después de haber recorrido una espectacular carretera rodeada de bosques.
Al llegar al pueblo nos dirigimos hacia el ryokan que hemos reservado para pasar la noche en Magome. Nuestro alojamiento de hoy está en lo alto del pueblo. Caminamos por una pronunciada cuesta empedrada con casas tradicionales a ambos lados. Al pasear por esta calle da la sensación de estar viendo un pueblo tal y como era en el pasado.
Dejamos nuestros equipajes en el ryokan y nos dirigimos al final de la empinada cuesta, allí empieza el recorrido a pie que nos llevará hasta el pueblo de Tsumago.
Sendero entre Magome y Tsumago (Magome pass)
Partimos de Magome y lo primero que encontramos es un mirador sobre las montañas. Un lugar tranquilo y muy bonito en el que apenas hay gente. Seguimos el sendero, en su mayor parte empedrado y bien marcado. Y es que el camino hasta Tsumago por el Magome pass no tiene pérdida.
En el ryokan nos dijeron antes de partir que el camino discurre por el medio del bosque y que es posible que haya osos en las inmediaciones. Nos recomiendan que hagamos ruido y toquemos las campanas situadas a lo largo del recorrido. Aunque nos parece algo improbable, la verdad es que vamos todo el camino hablando para ahuyentarlos. De vez en cuando, encontramos alguna campana y la tocamos tal y como nos han dicho en el ryokan.
Recorremos los 8 kilómetros que separan Magome y Tsumago admirando el bosque cerrado que nos rodea. Solo en alguna ocasión, el camino atraviesa la carretera que une ambas poblaciones. En 2 horas y media hemos completado el sendero sin haber encontrado apenas gente por el camino. Un trekking tranquilo, agradable y muy sencillo nos ha llevado hasta nuestro destino, el pueblo tradicional de Tsumago.
Tsumago
Nos sorprende la belleza de Tsumago al llegar. Decenas de casas tradicionales de madera del periodo Edo nos reciben nada más entrar en el pueblo. Las construcciones están muy bien conservadas, las calles son de piedra y no se ven cables eléctricos que nos recuerden en que siglo nos encontramos. De nuevo, Tsumago es como un viaje en el tiempo.
La población no es muy grande, se puede recorrer con mucha tranquilidad en menos de media hora. Aunque es tan agradable perderse por sus callejuelas que al final pasamos un par de horas caminando sin rumbo y sin prisas.
Se va haciendo tarde y toca volver a Magome. Esta vez lo hacemos en autobús, en un recorrido de unos 20 minutos. Volvemos a remontar la cuesta para ir hasta nuestro ryokan. A estas horas, el pueblo parece desierto, apenas encontramos a nadie y solo queda alguna pequeña tienda abierta.
Cómo llegar a Magome
Para llegar a Magome, habíamos dormido la noche anterior en Nagoya. Desde allí tomamos el tren JR hasta la estación de Nakatsugawa, recorrido que hicimos en menos de una hora. En la misma estación de Nakatsugawa tomamos el autobús que nos lleva a Magome en unos 30 minutos.