Yogyakarta o Yogya como la llaman los indonesios para abreviar, sorprende al viajero debido al tráfico infernal, la contaminación, el ruido constante y el caos que puebla sus calles. Miles de motos agolpándose en los semáforos en espera de salir en tromba y miles de personas recorriendo sus escasas y estrechas aceras no pueden dejar indiferente a nadie.

Llegamos a Yogyakarta, no atraídos por la caótica ciudad, sino por dos de los enclaves arqueológicos más famosos y visitados de Indonesia, que se encuentran a pocos kilómetros de allí. Borobudur, el templo budista más grande del mundo y el espectacular complejo de templos hinduista de Prambanan.

Aunque el principal reclamo de la ciudad son Borobudur y Prambanan, hay un par de lugares interesantes que puedes ver en Yogyakarta. También es una buena base de operaciones para organizar diversos recorridos por la isla de Java, como la excursión al volcán Merapi, Bromo e Ijén, o la meseta de Dieng.

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Borobudur

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Prambanan

Qué ver en Yogyakarta

Tenemos que reconocer que Yogyakarta no nos ha enamorado. El tráfico infernal hace que pasear por la ciudad sea prácticamente imposible, no hay apenas aceras y hay tanta contaminación que andar no resulta muy agradable.

Pero, tenemos una día entero en la ciudad, así que intentamos aprovecharlo al máximo. Aquí os contamos cuales son los lugares más famosos que ver en Yogyakarta y nuestras impresiones.

〉El barrio Prawirotaman

Llegamos a Yogyakarta después de visitar el magnífico templo budista de Borobudur. Nuestro taxi nos lleva al hotel, “Java villas boutique” en una calle tranquila en el barrio de Prawirotaman.

Nuestro recorrido por Yogya empieza aquí, en el barrio “viajero” por excelencia, donde se encuentran las agencias de viaje locales, restaurantes destinados al viajero occidental, oficinas de cambio, ATM, lavanderías, alquiler de motos e infinidad de hoteles de todos los precios y categorías. La zona la componen principalmente dos calles paralelas, estrechas y con poco tráfico donde encontrarás todo lo que necesites para tu viaje. Al pasear por la zona vemos algunas fachadas de edificios pintadas con coloridos grafitis.

Tras dar una vuelta por el barrio nos disponemos a recorrer la ciudad, y qué mejor manera que coger un becak.

〉Montar en una becak (moto para dos)

Una becak es como una especie de moto-taxi en el que tú vas montado en la parte delantera. La sensación de entrar en un cruce, con la cantidad de motos que hay, y ser tú lo primero que se expone al rugir de sus motores…no tiene precio.

Hay dos tipos, a motor (en una especie de moto tuneada) y a tracción humana (como una bicicleta). Es una forma rápida y divertida de moverse por Yogyakarta, donde las distancias pueden ser muy grandes.

Tras un inevitable regateo con el conductor del becak, nos dirigimos al palacio de Kraton.

becak o motocicleta

Becak, medio de transporte habitual

〉Palacio de Kraton o palacio del sultán

El palacio de Kraton de Yogyakarta es una enorme construcción con patios, pabellones, vestíbulos, tiendas y escuelas de artesanos.

La entrada es muy barata, pero realmente hay poco que merezca la pena en su interior. La mayoría de los edificios están muy abandonados. Aunque el palacio tiene su valor histórico, estéticamente no nos parece de gran interés. Muchas salas hacen las veces de museo y muestran objetos del sultán en una serie de vitrinas que hace tiempo no han sido limpiadas y con carteles informativos solo en indonesio.

El recorrido es caótico porque no hay nada marcado y lleva por varios patios.  En uno ellos se encuentra un bonito pabellón dorado con suelo de mármol, columnas de teca y techos decorados, pero no se puede acceder.

Después de hacer un recorrido de unos 40 minutos, sin saber muy bien dónde estamos, salimos del Kratón con la idea de no visitar el siguiente punto que teníamos en mente, el Taman Sari, que se encuentra a poca distancia.

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El Kraton de Yogyakarta

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El Kraton

〉Taman Sari (castillo de agua)

Junto con el palacio de Kraton, es uno de los lugares más famosos de Yogyakarta, pero después de la decepción del Kraton decidimos no entrar en Taman Sari. Esta construcción fue en su día el parque del sultán, donde él y su séquito disfrutaban del descanso entre estanques y canales. Hoy en día el complejo está en ruinas y solo se han restaurado los estanques.

Nos dirigimos andando hacia la zona de Malioboro, el área comercial de la ciudad.

〉La calle Malioboro

Es una calle que sorprendentemente tiene unas anchas aceras para pasear. De hecho, están ampliando el espacio peatonal cuando visitamos Yogya. A lo largo de la calle hay cientos de tiendas a un lado y otro de la calle, dedicadas a todo tipo de productos.

Caminamos por Malioboro sorprendidos ante el impresionante número de motos que se agolpan en los semáforos, esperando la luz verde para lanzarse en su loca carrera por las calles de Yogya.

〉Mercado de Malioboro o Pasar Beringharjo

En la calle Malioboro se encuentra este mercado con decenas de puestos, donde como ocurre muchas veces en Asia, muchos venden exactamente lo mismo. Cuando entramos, a media tarde, vemos que se ha ido la luz, está a oscuras y repleto de gente por los pasillos. Todo esto puede contribuir a que no le encontremos un atractivo especial.

El día en Yogyakarta llega a su fin. Aquí anochece muy temprano en esta época del año, y decidimos volver al hotel. Ir andando nos parece una locura, así que buscamos un becak y volvemos a la relativa tranquilidad de Prawirotaman. Justo al lado del hotel hay una agencia donde alquilamos una moto para mañana… ¡¡ los templos de Prambanan nos esperan en nuestra segunda jornada en Yogyakarta.

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