Durante nuestro viaje por Corea del sur visitamos muchos templos budistas, la mayoría situados en las verdes montañas que cubren el país. Siete de estos templos fueron inscritos en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, en una denominación única llamada «Sansa» o templos de montaña. El templo Bongjeongsa es uno de estos magníficos templos de montaña y destaca por tener uno de los pabellones de madera más antiguos de Corea del Sur.
Templo Bongjeongsa (봉정사)
Aprovechamos nuestra visita a la aldea tradicional de Hahoe para acercarnos a este templo situado a 15 kilómetros de Andong. Aunque ya hemos visitado muchos templos budistas a lo largo y ancho de Corea, decidimos ver Bongjeongsa atraídos por su hermosa sala de madera. Llegamos a última hora de la tarde al templo y hay pocos visitantes. Hay varios parking pero no tenemos problema para dejar el coche en el más cercano a la entrada.
Bongjeongsa es muy pequeño si lo comparamos con otros templos como Bulguksa, cerca de Gyeongju. Sin embargo merece la pena visitarlo por la antigüedad de su pabellón principal. De hecho, esta sala de madera es uno de los escasos ejemplos de construcción de madera del periodo Goryeo que quedan en Corea del Sur.
El templo Bongjeongsa fue fundado en el año 672, pero fue reconstruido casi en su totalidad en el año 1363, por un rey de la dinastía Goryeo.
Al acercarnos al templo somos conscientes de la razón por la que Bongjeongsa está incluida en la lista de Patrimonio cultural. Su pabellón de madera es impresionante. Es evidente que este edificio llamado Geukrakjeon no ha sido restaurado y mantiene el encanto que le confieren el paso de los años. Es raro encontrar en Corea edificaciones que no hayan sufrido los efectos del tiempo, los incendios y guerras que han sufrido en este país durante siglos.
En el templo hay otra decena de pabellones que parecen más recientes, aunque en realidad tengan 600 años a sus espaldas.
La visita no nos lleva más de 40 minutos de tranquilo paseo entre salas de oración. Al bajar hacia el parking vemos un buda hecho de flores al final de la escalinata. Hay que reconocer que los monjes coreanos embellecen maravillosamente todos los templos del país, con macetas, flores, árboles centenarios o con creaciones como este buda de flores.
Ya está atardeciendo y seguimos camino hacia el norte de Corea. Los próximos días nos esperan dos de los parques más espectaculares del país, Odaesan y Seoraksan, a los que ha empezado a llegar la belleza del otoño.